sábado, 8 de diciembre de 2012

Capitulo 5: Palabras del corazón.

                                 

Al día siguiente, desperté con el sonido de la puerta de la entrada abriendose.

Minutos después, como la puerta de la habitación la había dejado abierta, y abriendo con disimulo los ojos, vi como Michael se quitaba los zapatos en el pasillo y entraba de puntillas en la habitación con estos en la mano. Tenía un aspecto cómico, parecía el coyote del correcaminos, pero me encontraba tan baja de ánimos que no podía ni sonreír.

-Estoy despierta.-le dije nada más verle dentro.

-Te he despertado?

-No... ya estaba despierta desde hace rato.-mentí piadosamente.

Michael dejó los zapatos en el suelo.

-Buenos días entonces, Dios, necesito una ducha.

Michael colgó su sombrero en la percha y se dispusó a desnudarse.

-No vas a creer lo que me dijo Carl, el de mantenimiento, cuando resbale en el estudio, que no sabía que el suelo estaba recién fregado... y me caí.

Michael se calló al verme tirada en la cama sin contestar.
Mi mirada se volvió perdida y quizás con un brillo de tristeza que Michael no tardó en captar.

-Te ocurre algo?

-Anoche estuve pensando. 

Michael se abrochó los pantalones y me hizó compañía sentandose también la cama.

-En qué?

En ese momento pensé en como mentirle pero se me hizo imposible con sus ojos de preocupación mirandome fijamente.

-Mi mente no deja de decirme... cosas.

-Que tipo de cosas?-me escuchaba atentamente, sus planes de ducha y de contarme la historia de Carl, el del mantenimiento, habían pasado a segundo plano o al olvido.

-Que vamos a romper.

Michael tomó aire, como si le hubiera lanzado una inmensa bomba al corazón.

-Quieres...?

-No!-contesté rápidamente, sin dejarle terminar su temida pregunta.

Expulso el aire, aliviado.
Nada más ver su reacción no necesite preguntarle si él quería romper conmigo, estaba claro que la respuesta era negativa.

-Qué te ha llevado a pensar eso? Hice algo mal? Es porque a veces no duermo contigo?

Pensaba en comentarle lo de mis pensamientos de matrimonio, pero eso si que me negaba a confesarselo, sería como un tirón de orejas hasta el altar, una obligación para Michael, no, él tenía que pedirmelo, saliendo de su corazón y desde su alma.

-No se el qué, pero no hiciste nada malo y... en referente a no dormir, es tu trabajo y lo respeto.

Nos quedemos un momento en silencio.

-Qué te dice tu corazón?-me preguntó de repente.

-Que todo va bien... el problema es de mi retorcida mente.

-Puede que la mente te diga que algo va mal, pero si realmente es tu corazón el que te dice que no, debes de hacerle caso a él.
  
-Y qué te dice tu corazón?

-El mio?-pensó acariciando mi cabeza con amor.

Tras unos segundos de reflexión, masculló una sonrisa.

-Has oído los sonidos de la naturaleza? Aquellos que nos muestran cada mañana los pajaritos, las olas del mar cuando te encuentras en la playa o el canto de un gallo avisando de que comienza un nuevo día? Tu voz para mi forma parte de uno de esos sonidos, naturales y de los cuales la vida no sería lo mismo sin ellos.

-Michael...-respondí entrecortada.

-Es la verdad, te necesito.

-No se que decir en este momento, como expresarme...

-Dimelo así.

Y, agachando su cabeza para llegar hasta mis labios, me besó.



Hechizada con sus palabras, quisé olvidarme de todos mis temores.

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